Cuenta una antigua leyenda, que hace muchísimos años habitaba una pequeña cepa en una tierra áspera y muy seca.
Se sentía muy triste y sola. Cabizbaja, se contemplaba su tronco áspero y leñoso.
Sus brazos, grisáceos y sarmentosos, precisamente no eran sinónimo de belleza.
Esa mañana, elevando sus ojos hacia el cielo, realizaba estas preguntas apenada:
-¡Ay, desdichada de mi! ¿por qué no seré como mis demás compañeras?
Me gustaría tener la belleza de la rosa o el porte de mi amigo el narciso.
Ojalá la primavera derramara sobre mi sus alegres colores y la pudiera recibir como se merece.
Sería bonito, por ejemplo, adornar el ojal de un elegante caballero o ser símbolo de un amor duradero.
Pero en fin, este es mi sino y debo aceptarlo.
En ese momento, cruzaba el cielo el apuesto dios Sol, el cual iba montado en su hermoso carro dorado.
Se detuvo al escuchar a la infeliz y le habló de esta manera:
-Amiga cepa, no tienes porque sentirte desdichada. Es cierto que careces de la hermosura y majestuosidad de otras flores, pero piensa también que estos dones que otorga la Naturaleza no duran para siempre, son efímeros.
No te sientas sola, pues te mimarán tanto manos sabias de hombres y mujeres para que cuando pasen esos meses de cuidado y entrega, recojan el más preciado de los frutos, que desde hoy, le daré el nombre de vid.
Éste, se encontrará presente tanto en la mesa de los más humildes como en la de las personas de la más alta alcurnia.
Tu dulce néctar, alegrará importantes fiestas y acontecimientos de gran envergadura. Todo el mundo, a lo largo de las civilizaciones, que estarán presentes en la historia, hablarán de ti y nunca pasarás desapercibida.
Recorrerás el mundo entero y forjarás fuertes lazos de amistad. En cuanto a la tierra en la que creces y la que tú crees que es hostil, es la más adecuada para que te aporte todo el alimento y nutrientes que necesitas para tu buen crecimiento.
Por todo ello, alégrate y no te sientas menos que nadie. Considérate, desde este momento, una gran señora.
Dicho esto, el Sol siguió su camino y nuestra protagonista se sintió la más afortunada y orgullosa del mundo.